Lathia era una mujer muy diferente de las de más. Era tan grande que las cimas de los árboles apenas llegaban hasta sus rodillas. Su madre le dio luz sólo una semana después de la concepción y aún así era la bebé más grande que se había visto en el pueblo. Cuándo tenía dos años ya tenía la misma estatura que su padre.
Los pobres padres de Lathia pensaban que la condición de su hija fue un castigo de los dioses, Seth y Sarina. Cada mes crecía más alta. Sus padres tuvieron que construir una casa para ella sola y la tuvieron que hacer más alta cinco veces.
Al llegar a la edad de la adolescencia, pasó algo muy inesperado. Los hombres empezaron a buscar a Lathia. Era muy atractiva, tal vez la mujer más hermosa en el mundo. Pero no era solamente su físico que los atraía. Lathia tenía una personalidad mágica. Tenía una manera de hacer uno sentirse importante y querido.
Pero a Lathia no le interesaban estos hombres cómo más que amigos porque ya tenía un romance. Todas las noches su enamorado la iba a visitar. Era un hombre increíblemente guapo y fuerte. Tenía una sola imperfección. Bueno en realidad no era imperfección, sino algo misterioso que molestaba a Lathia. Por mucho que ella le preguntaba cómo se llamaba, él nunca se lo decía. Inventaba excusas cómo “no tengo nombre” y “soy tan viejo que se me olvidó”. Pobre Lathia estaba totalmente enamorada de un hombre y nisiquiera sabía cuál era su nombre.
Una noche Lathia estaba con su amado cuando apareció una mujer terriblemente hermosa. De inmediato Lathia se dio cuenta que era la diosa Sariana. Su cara perfecta estaba desfigurada con rabia. Estaba para matarla cuando el enamorado de Lathia le explicó que ella no sabía que él era Seth, el dios y esposo de Sarina ya que nunca le dijo cómo se llamaba.
La diosa tuvo compasión a la gigante y en vez de matarla la desterró a una isla. La isla era tan pequeña, y Lathia era tan grande que había espacio sólo para ella acostarse. Pasaba su tiempo durmiendo porque estaba deprimida y nadando porque no había nada más qué hacer. Lathia era tan enorme que cuando salía del agua, la marea bajaba, y cuando se metía, volvía a subir. Por eso hay cambio de marea