Él era alto y musculoso con una mirada en sus ojos verdes que te hacía saber que él era alguien importante, o por lo menos eso pensaba de si mismo. Era reportero e iba a hacer una entrevista con una neuróloga que había hecho una hazaña muy importante. Ella era delgada y introvertida y aunque era joven, lucía como una mujer de cincuenta años. No era porque tenía arrugas ni cana, era por su forma de vestirse. Levaba una falda larga y negra con zapatos planos y simples. Su chaqueta le quedaba aguado y el collar de su blusa le llegaba casi hasta la barbilla. Cuando el reportero llegó a su casa la cientista no le saludó con beso ni con la mano. Solo dijo “Pase”.
“Hola Señora Wright, soy James Moore. Hablamos por teléfono. ¿Cómo está?”.
Sin sonreírse ni hacer ninguna expresión dijo, “bien.” Y los dos se quedaron mirándose incómodamente por un momento hasta que James dijo, “ ¿Nos podemos sentar? Tengo algunas preguntas para usted”.
Lo llevó a la sala que no tenía televisor ni fotos.
“Bueno señora Wright, porque no empezamos con ¿Por qué escogió estudiar el cerebro? ¿Qué es lo que le llamó la atención? Dijo el reportero con interés.
Ella le miró. Parecía aburrida y suspiró. “El cerebro es la parte más misterioso del cuerpo. No sabemos mucho de él y es el área más difícil de operar. Me gustan las retas."
“Interesante. Y ¿podría explicar el procedimiento que usted desarrolló?
Eso le molestó. Aparentemente no había hecho mucha investigación a cerca de lo que iban a hablar. Era flojo. “Es una posible cura para personas con tumores en cerébro que son inoperables. El procedimiento consta en inyectar un virus directamente en el tumor. En la mayoría de los pacientes el tumor se encoge y el paciente puede tener una vida normal.”
“Qué impresionante. Y ¿cómo se siente haber hecho una hazaña que podrá salvar la vida de muchas personas?
“Soy médica. Salvar vidas es mi trabajo. Este descubrimiento sólo significa que estoy haciendo bien mi trabajo.”
El reportero se quedó sin palabras, y eso era algo que no le pasaba muy a menudo. Esta mujer era tan extraña. Parecía que no le importara esta entrevista para nada.
Bueno eso era verdad. Ella sólo lo hacía porque su jefe quería. Dijo que sería buena publicidad para el hospital.
En este momento sonó el teléfono. Era el hospital y tenían una emergencia.
Sin pedir disculpas por tener que salir de la entrevista temprano, dijo, “Me tengo que ir al hospital. Chao”. Y se fue de la sala y a su habitación para cambiar.