lunes, 27 de abril de 2009

decepción

Cuando era niña pequeña había tres cosas que para mí eran mágicas: Papá Noel, el Conejo de Pascua (Easter Bunny) y el Hada de Dientes (Tooth Fairy). Cada vez que sabía que uno de ellos iba a venir me emocionaba tanto porque eran seres de otro mundo en donde el reinado podía volar, donde había y conejos gigantes que regalaban dulces. Incluso varias veces escribí al Hada de Dientes y me respondía. Un día, cuando tenía siete años, escuché a unos compañeros de clase diciendo que Papá Noel no era real. Esa tarde cuando me mamá me recogió de la escuela, le pregunté si era verdad y le dije que no me mintiera. Me dijo que no lo era y que lo había inventado. De ahí llegué a la conclusión de que el Conejo de Pascua y el Hada de Dientes tanpoco eran reales. Pensé que Dios tanpoco era real. Aunque mi mamá me dijo que él existía, no lo creí porque me había mentido sobre lo demás. Estaba tan decepcionada porque mi mundo mágico había desaparecido. Después de un tiempo volví a creer en Dios por diversas razones, pero Navidad y Pascua nunca fueron lo mismo.

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